Conexiones

Algunos viajes han sido de ensoñación y otros de mucha acción sonora. De qué formas te conectaste con los sonidos, con los otros pasajeros y con tus memorias cuando estabas grabando?


14 Comments on “Conexiones”

  1. Ruth Aguirre says:

    Me conecte con los sonidos ya que a diario recorro esos tramos, y me conecte con ellos como una parte ya intrínseca de mi vida. Los sonidos de vendedores son sonoramente un icono de México y de lo que significa México con su economía,política, arte.Así que discursivamente, el contexto sonoro, sobrelleva una parte capital de la faz de México y del metro. Las memorias que me evocaron serían las de momentos de mi vida pasada como presente. Momentos en mi vida importantes, o placenteros se pueden relacionar al contexto sonoro cotidiano del metro.
    Los pasajeros serán como co-participantes expectadores del pastel sonoro, así la conexión será como de “camaradas” en la interpretación, de la semiótica musical sonora del metro.

    Al momento de grabar, todo este pastel sonoro será registrado en el inconsciente con mayor preponderancia que cuando e realiza el trayecto cotidianamente.

  2. Yo me conecté con los sonidos desde el momento de entrar al metro. El sonido que emite el torniquete cuando un boleto no ha sido aceptado es lo primero que requiere tu atención. Me ha pasado que cuando no le tomo atención a este detalle, inserto el boleto y me lo rechaza, he llegado a darme zopapos (golpes) en el abdomen porque el torniquete no fue liberado y yo intenté avanzar. Así que pensé en que no quería verme distraida en esto y a la vez, quería que sonara para que se grabara, para que quedara para la historia, ja ja
    Por otra parte, me conecté con los otros pasajeros de un modo diferente al ordinario, pues yo me sentí distinta al traer unos audífonos alrevés, (porque eran micrófonos), así que sentí que la gente me miraría, aunque quizá esto no ocurrió.
    Como ya era tarde-noche, no hubo tantos vendedores vagoneros, pero me gustó que justo elprimero que se subió ofrecía mp3 piratas de la música de “mis tiempos”, o sea de caifanes, heroes del silencio, etc. y eso también conectó con Ximena.
    Gracias a los mensajitos de Ximena me estuve acordando de muchas cosas que usualmente voy repasando en mi mente como los lugares de arriba, en la superficie del metro, que conozco en tal o cual estación. Eso era como ir haciendo 2 viajes a la vez. Pero en la experiencia de grabación del lunes pasado, recaí en que muchos, la mayoría, de mis recuerdos asociados al metro son agradables, significativos.
    Yo que siempre he sido más visual que auditiva, me hubiera gustado traer una cámara en los ojos que grabara las escenas que más me gustan del metro con solo un parpadeo. Porque me gustaría que de viejita me acuerde con sonidos e imágenes de mis viajes en el metro.

  3. Oscar Díaz García says:

    Los sonidos del Metro y sus alrededores en la Ciudad de México son únicos y folclóricos, porque están íntimamente ligados a nuestra cultura. Ese vínculo sonido-cultura no excluye las emociones; en el Metro se escuchan sonidos mezclados, suaves y ensordecedores, pero todos en conjunto nos dicen cómo se siente la gente de esta gran urbe, cómo nos va allá afuera, cómo la pasa la Chilanga banda.

    La conciencia en el detalle del sonido no es para nada común cuando se vive y se sobrevive entre el ruido de las actividades de millones de mujeres y hombres en movimiento interminable. Es hasta que uno se propone capturar los sonidos de forma minuciosa que se da cuenta de que hay tantos sonidos sin escuchar como personas viajando de un lado a otro; la urbanización nos ha quitado la capacidad de percibir sonidos con detalle. Los habitantes de la Ciudad de México ya no desmenuzamos el ruido en sonidos individuales e independientes, solo nos limitamos a bloquearlo porque es mejor aislarlo a como de lugar. La tecnología nos ha apoyado en tal búsqueda de aislamiento, y cada vez es más accesible un par de audífonos.

    La experiencia de colaborar con el proyecto me acercó mucho a la vida de la gente, a lo que hace, a lo que dice, a lo que vende. A los sonidos de abajo que también pueden ser los de allá arriba, afuera. La grabación de audio fue única e irrepetible; aunque el camino sea rutinario y lo he transitado cientos de veces, cada viaje tendría un registro del sonido diferente. Encontré sonidos nuevos junto con aquellos que ya eran parte cotidiana del trayecto, pero lo realmente importante es que por primera vez tuve conciencia sonora.

  4. Berenice García says:

    Antes de empezar quiero decir que esta experiencia nueva y creativa te da una visión diferente a lo que estas acostumbrada como usuario cotidiano, a mí en lo particular siempre me ha llamado la atención escuchar los sonidos que emiten los transportes públicos, según aproximadamente más de un tercio de tu vida te la pasas dormido y yo creo que sumando el transporte se cubre la mitad o más siendo esto muy importante.
    Las formas de conexión que tuve con los sonidos y los otros usuarios fueron varias, para empezar mi experiencia fue un día “tranquilo” antes y después de entrar en el metro, no había mucha gente aunque los vendedores ambulantes eran los que rompían esa tranquilidad, todo era azul hasta que entraban ellos y se teñía de rojo (aunque ya debería de estar acostumbrada porque siempre están, pero sin ellos mi viaje sería mejor), pero en general me agrada viajar en metro porque te conecta a todos lados, me gusta encontrarle el lado positivo a la vida cotidiana cuando no tienes muchas opciones de cambiar tu ritmo de vida, así que yo encuentro en el sonido un tipo de relajamiento así como me gusta el sonido del motor de los camiones, el de las llantas del metro en los túneles y cuando va disminuyendo su velocidad antes de entrar al andén es magnífico, es como una medicina que te libera del stress diario que te provocan otras situaciones, cuando estaba triste, deprimida o cansada de hacer lo mismo me gustaba tomar el metro lo más temprano posible para solo escuchar los sonidos que emitía, sin escuchar el parloteo de la gente, a eso yo le llamo limpiar el corazón y recargarlo de energía, y en el otro lado de la moneda está la gente, algunas conversaciones te aburren, otras te dan risa, unas te fastidian, pero muchas otras se te hacen interesantes al fin y al cabo vas de oyente, algunos hechos te hacen recordar a la gente que quieres, como cuando estaba un niño inquieto en el vagón recordé a mi hija a esa edad, o cuando un vendedor ambulante se subió con unos videos que veía de chica y esos sonidos que hacen que tus memorias regresen una infinidad de veces.
    Aunque yo tenía conciencia de los sonidos al realizar esta experiencia descubres que siempre hay más cosas por conocer que ni siquiera te habías imaginado.

  5. Viviana Sedeño says:

    Tuve la oportunidad de reconocer con otra perspectiva todos los sonidos que diariamente escucho durante mi viaje cotidiano en el metro. La experiencia fue muy productiva para mí, ya que desde que me propuse como voluntaria traté de identificar más sonidos en mis trayectos, algunos probablemente irrelevantes, casi imperceptibles, pero que a final de cuentas siempre estan allí, llegando a tus oídos.
    Existen además de los sonidos propios del funcionamiento del metro, otros muy distintivos, que forman parte del folkore Mexicano, tal como en mi viaje sucedió, la interpretación de musica en vivo dentro de lo vagones, los vendedores de discos compactos con todo tipo de música, videos, documentales, etc., la persona que pide ayuda económica a los pasajeros, así como los vendedores de mil y un chacharas, por no más de diez pesos.
    Lo más interesente es el día a día poder descubrir nuevos sonidos, entre vendedores y charlas (nunca sabes lo que te va a tocar), que hacen una experiencia irrepetible en cada viaje.

  6. Álvaro Itzamá Domínguez Reyna says:

    RUMORES Y VISIONES:
    DOS VIAJES EN METRO EN LA CIUDAD DE MÉXICO
    …este vaivén inopinado de una flor y el amplio ruido urbano que de lejos me invita…
    Javier Sologuren
    1er viaje. Taxqueña-Cuatrocaminos
    Soy parte de la imagen de un río de cuerpos, sólo yendo, escucho. Aún percibo el sol y el fresco de la mañana. Al entrar a la estación, el sonido parece rebotar en las paredes, acoplarse, fundirse con otros: voces, zumbidos, monedas, metales que pretenden ser ritmo, y un tono anuncia que las puertas respiran y se abren para entrar a los vagones. Este parece ser un viaje que, a pesar de haber recorrido otras veces, no percibí con tal intensidad. El tren avanza, recorre las vías, chilla, se arrastra, y aún el viento es fiel. Disfruto, paradójicamente, estando de pie en el espacio, este movimiento caudaloso del tren, el gris citadino que aún conserva resquicios de verdor. Sólo miro, y entre la poca gente que me acompaña, observo cierta tranquilidad, el desapego de quien se deleita en ir o regresar. Veo una pareja de adultos que ríe y se abraza, también está la calle, pienso en la soledad. Aún así respirar es favorable hasta que el tren baja al subsuelo, pero el aire no está tan enrarecido, gente que entra o sale sonríe, ¿será la hora? ¿el día? En algún momento tomo un libro que no he leído: Vida continua de Javier Sologuren y leo la primera cita que se queda como aviso: Assez connu. Les arrètes de la vie,/O rumeurs et Visions! Rimbaud. Creo que este viaje está lleno de rumores y visiones, de sucesos imprevistos e imágenes que nunca he visto, de vida.
    Al llegar a la estación Popotla, una de las cuales sólo visité una o dos veces en mi vida, me sorprende por algunas esculturas que imitan cabezas olmecas o dioses de la lluvia que muchos desconocemos. La población en el Metro y en los andenes aún es austera. Al llegar a la terminal Cuatrocaminos, decido salir, ya que jamás he visto el exterior. Un corredor lleno de vendedores ambulantes que ofrecen dulces o música colorea el ascetismo del pasillo. De improviso una mujer me pide dinero, como siempre no sé qué contestar, me confundo y salgo al encuentro de la misma ciudad la cual, hasta ese momento, habitaba con oídos y adentros.
    2º viaje. Cuatrocaminos-Taxqueña
    Sin pensar en cómo será el regreso, me dispongo a vivirlo y recordar todo lo que sea posible. De nuevo en el andén. Ahora hay más gente, el tren tarda en llegar, parecen transcurrir los minutos y las personas se aglutinan: éste es el Metro, el que a veces desespera, el que pocas ocasiones se disfruta. Como antes de subir a un juego mecánico en las ferias, emociona. Por fin llega, pero en esta ocasión las puertas y el aviso tonal advierten a la gente, que se vuelve un nudo de cabezas y cuerpos listos para hundirse en el vagón. La presión del aire aumenta como si fuese una montaña a kilómetros arriba del mar, pero aquí no hay mas marea que la de los hombros y olas de manos, caderas que se asfixian y rincones descubiertos por un pie, por la rodilla que escapa al contacto de otra para replegarse al lado de un tubo o un costal de fruta. Ahora el vaivén del tren se vuelve una voluptuosa caída y resurgimiento de sudores y cabellos, una, dos, tres estaciones, y más gente se aúna a este carnaval subterráneo. Sin embargo, aún suceden los encuentros espontáneos y las charlas amigables. Dos amigos se encuentran y resumen los últimos acontecimientos de sus vidas en diez minutos: uno es músico y oficinista, el otro obrero o “empleado”. Hay, además de voces y rugidos metálicos, perfumes, olores caros y de origen extraño o extravagante. Otro más lee, se ríe a empujones, y mira, como miraría cualquiera, curioso y torpe en el laberinto. El vagón del Metro es una parábola viva de una isla: encontramos al héroe, a la dama desahuciada, la madre, el abuelo, esto es una lotería donde cada quien se apropia de su personaje. También encuentro a un loco. Él habla a solas, maldice, hace rechinar sus dientes, y mira. Es dueño de la libertad de su movimiento continuo y bamboleante. Es consciente de su espacio vital y sus palabras. Sabe quién es él, pero me alejo ante cualquier catástrofe no anunciada. Tres, cuatro, cinco estaciones más y la población disminuye, el calor abotagado en el vagón se disuelve poco a poco. Los vendedores de música comienzan su pregón, dan vida a este viaje caótico, dan ritmo al movimiento del tren.
    Por algunas estaciones el recorrido se volvió menos confuso, regresó la luz del día, se aligeró la marcha, el trayecto. De la nada una mujer que parecía apacible habla, algo que nunca había escuchado, pidió silencio. Ordenó a un vendedor que no gritase, que bajara el volumen de su música y miraba, como imagino mirarían los dictadores, con enojo y resolución. Pero como suele suceder, nadie hizo caso, nadie la volteó a ver, la ignoraron rotundamente, ni palabras ni miradas cedieron a su protesta, a pesar de que, supongo, muchos estuvimos de acuerdo. Al pasar por la estación donde vivo, sucedió la tranquilidad que llega cuando uno reconoce su territorio, su hogar. A unas cuantas estaciones de mi destino el agotamiento se hizo evidente. El recuerdo de esta estadía y este trayecto sería memorable. Salir a la intemperie, aún así fuera la misma ciudad hecha de ruido, fue consolador. Tengo hasta la fecha, no sólo el recuerdo, también la intensidad y el vigor del sonido en cada viaje.

  7. Rodrigo Gallegos Pinto says:

    Pues fué totalmente otra perspectiva del viaje; Los sonidos siempre son los mismos, las personas son siempre las “mismas” aunque tan diferentes todas unas de las otras, los encuentros son iguales… todo muy relativamente, porque en realidad todos los momentos son inigualables.
    Pero esta es, la primera vez que los sonidos realmente Significan algo, fué increible escuchar y no solo oir la relación que tienen todos los sonidos mismos del metro, con las personas, las pláticas, vendedores, tubos, llantas, viento, bocinas, pisadas, vidrios, llantos, cantos….infinidad de sonidos todos sucediendo indiferentemente unos de otros y tan ligados entre ellos.
    En un solo instante pueden y de hecho suceden 1000000 de sonidos y millones de situaciones, millones de estados de ánimo, humores y cuentos.
    todo eso forman millones de vidas distintas y millones de momentos también, todo eso pasa en el metro y en todo ESO que sucede en el metro, estoy yo. viajando por la ciudad. Es una forma de conectar muy directa con el metro y con la gente que viaja. porque todos viajamos y actuamos según el contexto que el metro nos ofrezca.
    vaya… 😉

  8. Rosa Maria Morelos says:

    Estuve más atenta a los sonidos, porque como uno es un pasajero del diario, es automático la ida y vuelta del transporte y uno no le presta atención. Uno viene pensando en sus propias cosas. Sentía que los otros pasajeros me veían con curiosidad, y yo sentía sus miradas y yo los volteaba a ver. Me acordé desde que empezó el metro y cuando se inauguró y como la verdad todos estábamos emocionados de que íbamos a tener ese servicio. Estaba preocupada por no saber que decir. Fue una experiencia agradable y desconocida. Nunca había hecho nada de eso.

  9. Miguel Adrián Ramírez González says:

    Ese día, un día más en el trajín de la cotidianidad urbana, pondríamos especial atención a los sonidos que se desprenden al viajar en la gran columna vertebral de la Ciudad de México, el Metro.

    Un viaje desde Metro Polanco a Martín Carrera, una verdadera travesía, un horno en forma de vagón lleno de cansancio, esperanzas, recuerdos, encuentros y una que otra felicidad.

    Mi viaje lo podría catalogar en la categoría de ensoñación, uno de esos viajes donde uno recuerda aquello que ha vivido en este gusano naranja.

    Siendo un recorrido de más de una hora, emocionado de ser el primer viaje grabado en México, la experiencia fue multisensorial, porque el metro te permite y te obliga a utilizar todos tus sentidos al viajar en él.

    Un viaje normal con sabor a investigación, donde la realidad intenta ser recopilada en un simpática grabadora, donde las voces y las conversaciones cobran más importancia, donde el calor generado por miles usuarios es muy sofocante, donde la espera del tren permite escuchar el intenso sonido del túnel, donde las miradas buscan alguna respuesta sobre la posibilidad de abordar el siguiente tren, donde la alarma del vagón resulta más intensa que ayer, y donde los recuerdos generados en el metro quieren aparecer cada vez que pasas por dicha estación.

    Una gran experiencia, una gran aventura, una actividad cotidiana, llena de sonidos, contactos, olores e imágenes y si uno decide llena de sabores, ¿porqué no?

  10. Daniel F. García Hernández says:

    Viaje:
    Insurgentes- Observatorio, Observatorio-Merced, Merced-Barranca del Muerto

    La caótica Ciudad de México, con sus sonidos, su color, sus olores, su gente, su movimiento es algo que siempre me ha fascinado. Es como una relación amor-odio. Y esto se magnifica en el metro, siempre me ha fascinado la forma en que puedes conectarte a ella o en mi caso excluirte totalmente de ella. Cada vez que me sumerjo en ese inframundo, muchas veces dependiendo de mi humor, me integro y disfruto esos sonidos, de click, claps, y las benditas taconeras, pero otras veces, he de reconocer que la mayoría de ellas, me bloqueo de ellos al usar audífonos con música.

    Al hacer este recorrido me di cuenta de muchos sonidos a los que no muchas veces les había prestado atención, son sonidos que ya están presentes en el entorno y que tiendo a no notarlos como a “ignorarlos”. Al revivir este viaje por medio de la grabación, los pude disfrutar enormemente e inclusive pude “renombrarlos” dependiendo de lo que me hicieran sentir o recordar.

    Una experiencia altamente agradable!!!!!

    En este momento te amo DF.

  11. Lorena Estrada says:

    El viaje que grabé me dejó experiencias nuevas y extrañas, hubo muchas situaciones diferentes a mis viajes habituales, creo que el destino quería que viviera una experiencia distinta para poder compartirla y sumarla a mi memoria sonora.

    Me gusta la palabra “viaje” eso presupone aventura y te predispone para estar alerta a un montón de experiencias agradables (o no). En un viaje siempre estás atento para conocer, probar y guardar recuerdos. Un viaje deja huella en tí. Apuesto a que recuerdas el último viaje que hiciste en tus vacaciones, comidas que probaste, personas que conociste. Imágenes, olores y sonidos aparecen en tu mente cuando recuerdas un viaje.

    Creo que así podría describir la experiencia de transportarte en el metro: como un viaje que te marca de recuerdos y experiencias en imágenes pero sobretodo en “sonidos”.
    Es interesante cuando intentas recordar esos sonidos cotidianos de un viaje en metro: es toda una “experiencia sonora que activa tus demás sentidos”. Esos soniditos que das por hecho porque los has escuchado siempre (sí cómo yo, tienes toda una vida viajando).
    Esos sonidos que tienes tan presentes en tu “memoria sonora”, sí! están ahí! sólo necesitas buscarlos.
    Sí has viajado en metro más de una vez, recordarás ruiditos familiares. Cierra los ojos y como yo busca en tu mente un viaje sonoro del metro. Ahora, ¿escuchas el alboroto y los pasos? Algunos pasos cortos otros largos, lentos o rápidos, zapatillas o rechinidos de tenis; subiendo o bajando escaleras. A veces el tumulto de pasos parece una marcha de soldados. ¿Recuerdas el sonido de las monedas en el depósito cuando compras tú boleto? Ahora llegas a los torniquetes, succiona tu boleto, lo haces girar y ¡estás dentro! el viaje oficialmente ha comenzado…
    Muchos sonidos ocurren ahí, te acompañan hasta el torniquete de salida y el viaje termina dejándote nuevas experiencias y recuerdos que se suman a esa experiencia sonora llamada: viajar en Metro.

  12. david says:

    Queridos amigos: soy argentino y en breve ire a vivir a vuestro hermoso pais. Me siento identificado ya que nuestros subterraneos y trenes de superficie urbanos hay vendedores ambulantes por doquier!!!!.
    La Capital Federal de Argentina es un poroto comparada con el DF tengo entendido.
    Tenemos 6 lineas de subterraneos (METRO) y realmente no dan abasto
    Espero con ansias viajar a mexico!!!!

  13. HEY!!! UN ENORME SALUDO DEPARTE DE TODA LA BANDA QUE INTEGRA EL COLECTIVO !ARTE BAJO LA CIUDAD! Y BUENO TAMBIEN LA INVITACIÓN A LA RUEDA DE PRENSA QUE SE CELEBRARÁ MAÑANA SABADO CUATRO DE OCTUBRE, LA CITA ES EN EL FORO JAVIER VILLAURRUTIA EN LA GLORIETA DE INSURGENTES, LA HORA, TRES DE LA TARDE.
    UNA DISCULPA ENORRRME POR MANDAR LA INVITACION A ULTIMA HORA; ESPERAMOS CONTAR CON ASISTENCIA DE LA BANDA PARA MOSTRAR A LOS MEDIOS QUE HAY BASTANTE GENTE EN PRO DEL ARTE URBANO EN NUESTRA CIUDAD.

    COLECTIVO ARTE BAJO LA CIUDAD.

    los invitamos a checar parte del trabajo que hacemos a diario en el metro de esta gran ciudad..

  14. xadiaz says:

    Muchas gracias a todos por sus comentarios, profunda manera de escuchar, y de escucharse. Mas que comentarios, estos son encuentros poéticos, de aventura y profunda conexión con la experiencia del metro y con todos los que hacemos posible ese mundo subterráneo!!!.

    Toda esta colaboración está siendo integrada en el sitio en construcción: Sounding Underground.

    GRACIAS!!!

    Ximena

    EL blog de la investigación se re-acomodó:

    https://soundingunderground.wordpress.com

    Los videos de las improvisaciones están disponibles!


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